
La recesión más anunciada de la historia en EEUU no es que no llegue, es que se empieza a no esperarla. Cada dato macroeconómico que se conoce remarca esta lectura y el último ha sido especialmente revelador: el PIB del país avanzó un 2,4% anualizado en el segundo trimestre de este año, según la estimación preliminar de la Oficina de Análisis Económico (BEA por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio de EEUU.
El dato supera el 2% anualizado del primer trimestre y el 1,8% que esperaba el consenso de analistas. Sin embargo, más allá de la magnitud del porcentaje, los economistas han destacado la lectura de fondo que trae consigo el informa de la BEA: no se evidencian síntomas de recesión pese a los 15 meses ya de subidas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal (el precio del dinero ha pasado en poco más de un año del 0,25% al 5,5%).
El consumo privado, que representa dos tercios del PIB, aumentó en el segundo cuarto del año un 1,6% anualizado tras la fuerte subida del 4,2% del primer trimestre, auspiciada por el buen clima a inicios de año. Este gasto de los consumidores fue el que más contribuyó al avance del PIB, impulsado por el mayor gasto en servicios, mientras que el gasto en bienes ofreció un impulso menor.
A su vez, las empresas invirtieron mucho en bienes de equipo (10,8%), edificios comerciales (9,7%) y propiedad intelectual, como programas informáticos (3,9%), en parte impulsadas por los programas de incentivos del Gobierno. El Gobierno también apoyó directamente la economía aumentando su propio gasto en un 2,6%.
Además de las menores importaciones y exportaciones, que en gran medida se compensaron mutuamente en su efecto sobre el crecimiento del PIB, solo la inversión residencial, que se vio especialmente afectada por los altos tipos de interés, decepcionó. Sin embargo, los descensos en este caso (esta vez del -4,2%) ya no son tan pronunciados como en 2022. Mientras, los inventarios no han sido un motor de crecimiento tan importante como se pensaba y se espera que disminuyan en el segundo semestre a medida que las empresas adopten una actitud prudente en la gestión de las existencias.
"El verdadero mensaje de la economía estadounidense en el segundo trimestre no es tanto la no tan espectacular tasa de crecimiento como el hecho de que aún no hay indicios de recesión. Aunque el sector manufacturero se ha estancado, el sector servicios está en expansión, donde los efectos de recuperación del periodo pandémico pueden estar aún desempeñando un papel", destacan Christoph Balz y Bernd Weidensteiner, economistas de Commerzbank.
El informe de la BEA deja más notas positivas. El deflactor del consumo personal (PCE) subyacente (excluyendo energía y alimentos) se ralentizó hasta el 3,8% anualizado desde el 4,9% previo. "Así pues, tenemos un crecimiento decente con una inflación en desaceleración, lo que ha contribuido a impulsar el discurso del aterrizaje suave", escribe James Knightley, de ING, haciendo alusión al anhelado proceso de control de la inflación sin deterioro económico, especialmente en el empleo.
"Los extraños factores de ajuste estacional pueden dar lugar a revisiones exageradas en el futuro, pero estos datos sugieren que la economía fue sólida en el segundo trimestre. La economía resistió a las presiones generalizadas derivadas del persistente temor a una recesión, los elevados tipos de interés, la política restrictiva de la Reserva Federal y el endurecimiento de los criterios de concesión de préstamos bancarios", plantea Oren Klachkin, de Oxford Economics
"Las ventas finales reales a compradores domésticos privados -nuestra medida preferida del impulso económico subyacente- aumentaron un saludable 2,3%, agrega Klachkin. Sin embargo, pide precaución: "El gasto de los consumidores y las empresas sigue por buen camino, pero creemos que es solo cuestión de tiempo que sientan el impacto de los altos tipos de interés y el endurecimiento de las condiciones crediticias".
"Seguimos partiendo de la base de que los efectos de las subidas masivas de tipos de la Fed aún no se han dejado sentir plenamente. Una vez que esto sea así, es probable que la economía estadounidense se contraiga ligeramente. Sin embargo, cada vez parece más que la fecha para ello podría aplazarse hasta el año que viene", aventuran los economistas de Commerzbank.
"Prevemos un crecimiento más moderado del PIB en el tercer trimestre y ligeras contracciones en el cuarto y el primer trimestre del próximo año. Los últimos datos mensuales han mostrado algunos indicios de que la economía se debilitó a finales del segundo trimestre, y creemos que la actividad se ralentizará a medida que el endurecimiento de las normas de préstamo y los elevados tipos de interés pasen factura. Aunque nos mantenemos en el campo de la recesión, admitimos que un aterrizaje suave no es imposible. Ha sido difícil predecir la economía post-pandémica", admiten desde Oxford.
"Nos sigue preocupando que el efecto acumulado de una política monetaria más restrictiva y unas condiciones crediticias más restrictivas frene cada vez más la actividad económica y el crecimiento se ralentice y posiblemente se contraiga a partir del cuarto trimestre. Ciertamente, el indicador económico adelantado sugiere que los riesgos se inclinan a la baja para la actividad económica. Por ello, seguimos creyendo que, aunque la Fed dejará la puerta abierta a nuevas subidas de los tipos de interés, no es tan urgente hacerlo y que la subida de tipos de ayer hasta el 5,25-5,5% acabará marcando el máximo de los tipos de interés estadounidenses", cierran desde ING.